sábado, 25 de octubre de 2008

EL ALMA DE LEBEÑA

Tomamos hoy la nacional 621 camino del precioso valle de Liébana. A medida que avanzamos por la carretera las montañas van cubriendo por completo el cielo y la roca caliza invade la carretera y la visión se nos pierde en sus pétreos muros. Poco antes de llegar al final del Desfiladero de La Hermida, en una pronunciada curva tras el último puente, un cartel nos indica la presencia de una Iglesia del s. X.: Lebeña. Magia y tradición en un lugar de ancestrales ritos arcanos. Aparcamos el coche y allí está, más de mil años de presencia, la perla del desfiladero, uno de lo lugares más mágicos de Cantabria. Su historia no acaba más que comenzar....os la cuento??

Saludos y Paz

He de reconocer que esta pequeña iglesia es uno de los lugares que más me han impresionado de nuestra Cantabria mágica, un lugar en el que se siente la presencia de la historia, del culto, de la tradición. Al mirarla contemplamos una infinita soledad, la sensación de estar en el fondo de un cáliz de pétreas paredes. Un lugar donde los tremendos montes que nos rodean nos hacen considerar nuestra pequeñez y donde la presencia del Tejo y del Olivo centenarios marcan la frontera de un lugar que no debe pasarnos desapercibido. Y es que Lebeña es todo magia, si bien la historia nos indica que fue fundada por Don Alfonso y a su esposa Doña Justa, condes de Liébana, en el año 925, ya sus inicios fueron misteriosos puesto que cuenta la tradición que los condes de Liébana habían edificado la iglesia con la primigenia intención que albergase los restos de Santo Toribio, pero al intentar descubrir la sepultura, tanto el conde como sus servidores quedaron ciegos, por lo que éste ofreció su cuerpo y los bienes que poseía en Liébana a los monjes del Monasterio de Santo Toribio, a fin de recobrar la vista. Hecho el milagro, el conde Alfonso entregó todas sus posesiones.

Aparte de la bellísima arquitectura mozárabe que la preside y que considero hay otras webs donde el lector puede informarse mucho mejor, sólo diré que esta joya de La Hermida posee dos elementos característicos de lugares de poder: la presencia de una tradición que atestigua su vieja condición de lugar magico, santo y druídico; y la presencia de elementos que nos remiten a viejas reminiscencias: la presencia del Tejo, el Olivo, el cementerio en la puerta misma, la presencia de estelas cántabras...Eso sí, advierto por si alguno se acerca al lugar, que el precioso campanario que se erige pegado a la iglesia no tendrá más de cien años pues es error común creer que tanto iglesia como campanario son de la misma época. Craso error, el campanario es fruto de la obra del arquitecto Don José Uriarte que se acercó hasta Liébana para dirigir una serie de trabajos de restauración sobre el año 1893 y a petición de los vecinos, que desde antiguo habían venido reclamando un campanario -quizá para parecerse al resto de la iglesias de la comarca-,y a fin de no alterar en absoluto el monumento nacional, el campanario fue construido por separado. Es lo que se denomina un campanario exento, del que hay otros ejemplos en Cantabria (la iglesia de Arredondo.

Un hecho peculiar de esta iglesia es que durante muchos siglos, como mesa de altar, se utilizó un antiguo disco solar de piedra que atestigua la asimilación de los primeros cristianos con los cultos paganos primitivos, los cuales durante años convivieron sin mayor problema; posteriormente se daría la vuelta al disco, cuyo reverso era plano, para olvidarse más tarde su contenido. Pero quizá el mayor de los testimonios como lugar de culto son los dos árboles que desde el exterior saludan a los admirados peregrinos, reminiscencia de un pasado druídico donde se tenía como costumbre reunirse a los pies de arbustos para ellos sagrados, sobre todo robles y tejos. En este caso era uno de estos últimos. Pero no sólo eso sino que vemos también la presencia de un olivo centenario que se cuenta que fue obra del propio conde Alfonso que al consagrar la iglesia frente al tejo vio que su esposa se entristecia mucho, ella era del soleado sur, y cada vez se sentía más solitaria y extraña. Su comprensivo esposo le pregunto el porqué de su tristeza, a lo que la condesa le confesó sus pensamientos. Decidieron entonces plantar frente al milenario árbol un olivo, símbolo de su tierra. Y así, como muestra de amor pervive, asombrando a cada visitante que alza la cabeza para rendirle pleitesía.

Hoy querido lector, me quedo con ganas de hablar más y más de una pequeñísima y remota iglesia, para mí una joya a poco más de una hora de Santander. Os animo a visitarla, con respeto y quietud y no saldréis decepcionados, os lo aseguro , porque no dudo en poder calificar a la iglesia de Lebeña como uno de los elementos que conforman el alma de nuestra tierra, el alma de Cantabria...hasta la próxima.

Para más información la web:Para más información la web:www.eldiariomontanes.es,
www.joyasdecantabria.es, www.larevelacion.com,www.cantabriajoven.com (fotos extraídas de la web) y como siempre para más y mejor información de este artículo y de Cantabria en la red en la revista de CAJA CANTABRIA: http://www.cajacantabria.com/

ANUNCIO