sábado, 18 de junio de 2011

EL HUMANOIDE DE PUENTE SAN MIGUEL

Desde los tiempos más remotos la presencia elementos no identificados y fuera de lugar han marcado la presencia del hombre sobre la tierra. Visiones a mitad de camino entre lo extraordinario y lo meramente primario, estampas de objetos y seres que se escapaban de los parámetros normales del ser humano de su tiempo han jalonado la historia de un ser humano atenazado por las fuerzas de la naturaleza. Hoy voy a contar una historia ocurrida en nuestra tierruca donde se mezclan los elementos más atávicos del ser humano para conformar un relato ciertamente peculiar. Vamos a relatar lo ocurrido una noche del lejano año de 1977 en el pueblo de Puente San Miguel y que una vez leído cada uno elija su propio camino...

Saludos y paz


Como casi siempre que busco algo para añadir en este humilde blog no hago sino sorprenderme de los casos “extraordinarios” que ocurren en esta tierra nuestra. Casos como el que hoy vamos a ver es un suceso único difícilmente igualable en la fenomenología de “encuentros” con otras entidades u otros seres. El relato esta vez lo tomo prestado le la web www.loscantabros.com puesto que entiendo no hace falta más añadidura ni filigrana y dice así:




"Al lado del puente que cruza el río Saja, en el centro de la población, si tomamos dirección a Santillana del Mar, nos encontramos al lado derecho, nada más cruzarlo, una casona sobria y rústica, la cual tiene una de sus fachadas que actúa como embarcadero en el mismo río. Y justo en esta casa es donde viven nuestros protagonistas, los hermanos Ruiz Orive, Cristóbal y Emilio. Serían las cuatro y media de la madrugada del día uno de diciembre de 1977 cuando estos dos mineros de profesión, trabajadores de Asturiana de Zinc -en el pueblo que dio nombre al municipio de Reocín- se encontraban durmiendo en su domicilio. Emilio, que dormía en la habitación que da a una pequeña plaza, ocupando la cama que más alejada estaba de la ventana, junto a la cual dormía su otro hermano, se sorprende por los ladridos de los perros de la casa y del resto del vecindario, por lo que se despierta, se levanta de la cama y observa un resplandor en el exterior. Al principio, pensó que se habían quedado dormidos, pero casi al mismo tiempo observó el rostro de una persona que trataba de mirar por el cristal de la ventana y creyó que era un compañero de su hermano que venía a avisarle para ir al trabajo, cosa que extrañó a nuestro amigo, ya que de la ventana al suelo distaba cierta altura. Pero al fijarse mejor en el cristal, sorprende a un ser de naturaleza anormal, un ser, según su descripción, de rasgos negroides con una especie de guerrera o mono brillante (según los hermanos como de cuero), muy ajustada, y con una altura que calcularon de dos a tres metros, ya que ésta es la distancia que se encuentra la ventana del suelo.
En la parte superior de la cabeza tenía un casco o un pelo blanquecino, así como alrededor de la boca, detalle que Emilio cita como un “bigote cano”, con unos ojos y una tez negra como el carbón. Además, le dio la sensación de que estaba como inclinado mirando por la ventana, lo que da una idea de su supuesta estatura.
Emilio también apunta que el ser le miraba de una forma seria, como examinando sus movimientos “para atacar”. El ser se va alejando de la ventana y los perros siguen ladrando, hecho que despierta a su hermano. Cristóbal, cuya cama se encontraba en una habitación contigua, salió al pasillo que conduce a la entrada principal de la casa, por donde los perros corrían de un lado para otro, arañando las puertas como locos y abre la parte superior de la puerta. Se quedó asombrado: toda la plaza Javier Irastoza Revuelta quedó iluminada como si fuera de día y entre aquel resplandor blanco, que describiría como el de un fluorescente, vio una cosa redonda que se elevaba muy lentamente. También estaba iluminada y era grande. Los dos hermanos tardaron mucho en serenarse, se metieron a sus camas muy nerviosos y no dijeron nada a nadie. Según los hechos contados por el propio Cristóbal: “Pasados unos minutos y tras haber calmado mínimamente a mi hermano, fui a toda velocidad a la planta baja de la vivienda y abrí la puerta para salir en busca de la realidad de lo que estaba sucediendo, de que no estábamos soñando, ni era fruto de la imaginación. Y así pude ver aún a la extraña figura alejándose y el gran resplandor que emanaba de un pequeño “sol”, que estaba situado en mitad del mismo cruce de carreteras que se encuentra al lado de la casa. En esos momentos me encontraba como petrificado, como helado, sintiendo un pánico indescriptible, reaccionando a los pocos segundos, entrando de nuevo a casa, cerrando la puerta con llave, y subiendo rápidamente al dormitorio.”


Este relato que acabo de añadir no es sino un hecho acaecido en un pueblo de Cantabria, a gente normal que no tenía porqué inventarselo y con diversos testigos de muy diferente condición y , es por ello, que entiendo debamos prestarle especial relevancia y atención por estas especiales circunstancias. Desde luego nuestra cambera nos lleva cada día a un lugar nuevo donde encontrar el misterio más impactante, no perdamos esa capacidad de admiración, de búsqueda o perderemos nuestra propia identidad como ser humano y como pueblo….




Para más información las web: http://www.loscantabros.com/enigmas/puente_san_miguel.htm- foto sacada de la misma pagina web- y como siempre para más y mejor información de este artículo y de Cantabria en la red en la revista de CAJA CANTABRIA: http://www.cajacantabria.com

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