lunes, 17 de marzo de 2008

BREVE REFERENCIA A LAS MARZAS

Siguiendo la estela de tradiciones y leyendas de nuestra Cantabria indómita, esta aventura que recorremos de la mano nos lleva esta vez a la saga de las Marzas. Hermosa tradición que se mantiene en Cantabria gracias a paisanos irreductibles y que nos permite presenciar hoy en día los hermosos cánticos de las Marzas que volvieron a escucharse en las pasadas noches recordándonos ecos de un pasado muy presente. Hoy, querido lector, afina tus oídos y quizás escucharas entre las brumas el lejano cántico de unos mozos entonando las Marzas a la luz de algún viejo candil....

Saludos y paz


Las Marzas se han definido como: “Coplas que los mozos santanderinos van cantando de noche por las casas de las aldeas, en alabanza de la primavera, de los dueños de la casa, etc. Obsequio de manteca, morcilla. Etc., que se da en Cada casa a los marzantes", constituyen en definitiva una parte relevante del folclore masculino, que posee un peculiar lenguaje simbólico, de carácter polisémico, engarzado en el sistema económico y socio-cultural del que formaban parte: sociedades de "solidaridad mecánica". Se celebraban la última noche de febrero y la primera de marzo, que son las dos fechas que definen las marzas en su sentido restringido; si bien, también se practican modalidades estructuralmente semejantes a este tipo de canto en otras fechas del año.
Podemos hablar de dos tipo de marzas: las marzas con ramasqueros o zarramasqueros (personajes disfrazados y, en ocasiones, enmascarados), de las que son un ejemplo las del valle de Soba y las marzas ordinarias (sin elementos disfrazados), que son la casi totalidad.. Estaban compuestas por varones, ya que 1a ley y la costumbre de las marzas no consienten más que a mozos solteros", por ser este "un derecho indiscutido de todo mozo soltero", mozos que reciben el nombre de marzantes, marceros o pasqueros (cuando salen por Pascua).Las marzas siguen una estructura de acción similar: la primera acción ritual de las cuadrillas de marzantes era solicitar permiso: comunicar oralmente al alcalde, al cura y al maestro del lugar la celebración de las marzas. Una vez obtenida la licencia de los representación cívico-religiosa de la comunidad, el grupo recorría al anochecer las calles del pueblo, visitando todas las casas del vecindario sin distinción de estatus social.
La salida de la cuadrilla solía efectuarse de la Casa Concejo, del corral de algún marcero o del pórtico de la iglesia. Encabezados por el mozo soltero más viejo y acompañados del farolero y el cestero con su cesta de pedir las marzas, los marzantes abrían la ronda dejándose oír, mediante una algarabía de voces y relinchos (ijujús) o por medio del rezo de un Padre Nuestro o la Salve (cuando se partía de la iglesia). Al llegar el grupo a la puerta o al corral de un vecino, se detenía y el mozo viejo anunciaba la presencia de la cuadrilla con el saludo "a la paz de Dios. señores" o invocando el nombre de la persona principal de la casa: quien, a su vez, desde el interior del hogar, preguntaba: ¿quién llama?" o "¿quién va?", a lo que el caporal respondía: ”los marzantes!" o "¿dan marzas?". Cuando el dueño abría la puerta (esta función la desempeñaba el varón cabeza de familia o en su ausencia la mujer de la casa"), el responsable de la cuadrilla preguntaba: "¿cantamos, rezamos o nos vamos?”. Si en la casa había un enfermo grave, luto reciente o un dolor familiar (en casas con moribundos no se pedían marzas) y sus miembros así lo pedían (la petición de rezo recaía sobre el ama de la casa), la cuadrilla de mozos, debidamente descubiertos, con las cabezas inclinadas y arrodillados, dentro del más absoluto de los respetos y formalismos, decían: "por las obligaciones de vivos y muertos en esta casa" y rezaban un Padre Nuestro o un Ave María por el alma del difunto. Si el dueño (le la casa pedía que cantaran, al tiempo que les ofrecía un trago de vino (a veces con galletas), la comparsa cantaba las marzas en presencia de todo el grupo familiar existente. Y si había una moza casadera o un especial sentido de la hospitalidad, se cantaban las marzas largas, añadiendo al final los Sacramentos de Amor o los Mandamientos, a fin de prolongar la estancia con la moza.
Una vez recogidos los obsequios por el cestero o torrendero que los aceptaba con expresiones como: "que las ánimas lo reciban", éste hacía una primera inspección acerca de la calidad, a que a veces les engañaban dándoles huevos podridos, chorizo, tocino en mal estado 0 morcillas llenas de ceniza. La cuadrilla se despedía ofreciendo sus servicios: "que con salud nos den las marzas muchos años y saben donde nos tienen cuando nos necesiten", y exteriorizando su agradecimiento, a base de vivas al vecino donante, cuyo nombre se citaba: "¡Qué viva don Fulano y toda su familia con salud y por muchos años!", con expresiones como: "Aquí nos han dao, buen dao, ¡vivaa!'. ¡vivaaaaa!" o "tío... y tía.... ¡buen dado, buen dado, buen dado!". Si el dao era escaso estos respondían, a lo que consideraban un agravio, cantando las marzas rutonas, a través de las cuales se parodiaba y se escarnecía a todos los "miembros de la casa o a alguno en particular, dándoles una cencerrada, con los campanos.
Otra fase de las marzas consistía en un primer recuento que hacía el mozo viejo o el bolsero, en presencia de la totalidad de la cuadrilla de mozos, del dinero y de los distintos productos alimenticios, con los cuales iban a preparar la comida de las marzas o "parranda Las sobremarzas: comida, merienda o cena festiva. se celebraban "el domingo de comer las marzas" o domingo siguiente al día en que se pedían. A la cena, que, según el lugar, convocaban a toque de campana, estaban invitados los niños del pueblo y las mozas; o más exactamente, aquellas mozas en cuyas casas se había cumplido" con los marzantes. En algunas aldeas acudían como invitados, el alcalde, el maestro, el cura, y “los mozos que se hayan casado desde las últimas marzas en adelante” Finalizada la comida, el mozo viejo depositario del dinero, hacía un último recuento público del mismo. rindiendo cuentas, colocándolo encima de la mesa. Se calculaban los gastos habidos y, una vez separada la limosna para la iglesia, se establecía la diferencia entre lo recaudado y lo gastado. Si existía déficit, se completaba mediante la aportación igualitaria de los marceros, y si sobraba, pasaba a engrosar las arcas de la Sociedad de Mozos, para su empleo en otras ocasiones.

Para más información la web:
http://www.vacarizu.es/Cuadernos/Cuaderno_3/las_marzas.htm (fotos extraídas de la web) y como siempre la mejor información de Cantabria en la red en la revista de CAJA CANTABRIA: http://www.cajacantabria.com/

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